Se acerca el Mundial 2022 y el país que hospedará la pelea por la copa más importante del fútbol es, para la gran mayoría, una gran incógnita. Conocer cómo es el gobierno de Qatar, cómo funciona su monarquía absoluta y cómo es la vida bajo este tipo de régimen es indispensable para entender cómo son las cosas en ese lejano país.
En gran parte de la historia de Oriente Medio, Qatar jugó un papel secundario y se limitó al de un puerto donde se comerciaban perlas y telas para transportar hacia y desde el resto del mundo. Su monarquía absoluta apoya todo su poder en la riqueza y en la rigidez de la ley islámica.
Los 2,9 millones de habitantes viven en un territorio de 11.600 km2. La gran mayoría se concentra en la capital, Doha, y sus alrededores. El 88% de los habitantes proviene del extranjero.
Gobierno de Qatar: monarquía absoluta
Como en otros países de la región, el poder está en manos del emir. La ley islámica, la Sharia, rige define cómo se organizan las cosas y rige gran parte de la vida cotidiana en Qatar o Catar. Para entender su historia, es importante conocer algunos datos.
Para resumir, podemos decir que Qatar estuvo sometido al sultanato de la familia Al Khalifa de Baréin hasta 1868. Ese año, a petición de los nobles qataríes, fue instaurada la dinastía actual de los Al-Thani (āl-Tānī), con ayuda de los británicos. El imperio otomano ocupó los territorios donde está Qatar.
Historia reciente de Qatar o Catar
En 1916, a causa de la Primera Guerra Mundial, el emir Abdullah bin Jassim Al Thani de Qatar firmó un tratado con Gran Bretaña que convirtió el emirato en protectorado británico, conservando la monarquía absoluta de los Al-Thani. Tras la decisión británica de abandonar el Golfo Pérsico en 1971, Qatar logró su independencia e ingresó en la federación de Emiratos Árabes Unidos.
Qatar está gobernado por la familia Al Thani y el trono se transmite de padres a hijos varones. En 2013, el jeque Tamim bin Hamad bin Khalifa Al Thani accedió al trono luego de la abdicación de su padre, el Jeque Hamad bin Khalifa Al Thani.
Desde los años 30, cuando se descubrieron los primeros yacimientos de petróleo en territorio qatarí, su historia cambió radicalmente. El pequeño emirato pasó de vivir de la pesca y la extracción de perlas a ser uno de los mayores exportadores de petróleo y gas natural del mundo.
Desde hace varias décadas, Qatar está entre los cinco países de mayor exportación de gas líquido después de Rusia e Irán y, por su escasa población, tiene el PBI per cápita más alto del mundo: alrededor de 128.000 dólares, casi el doble de naciones como Estados Unidos y casi el triple de países como Francia. Sin embargo, como su principal recurso natural no es renovable, el país está empeñado en desarrollar el sector de los servicios.
Qatar: cómo se vive en una monarquía
Una de las modificaciones más importantes establecidas por la nueva Constitución es la composición de la Shura, o consejo consultivo. Hasta 2003, el emir designaba a sus 45 miembros. Ahora, 30 de ellos son elegidos directamente por los ciudadanos.
Qatar no tiene presidente sino Emir. El Emir es un titulo de alto rango y usado en jeques de alto linaje. Es análogo a Príncipe y, el Emirato, a un Principado.
El Emir de Qatar es Tamim bin Hamad Al Thani. Nació hace 41 años en Doha, estudió en la academia militar británica y, desde que heredó el título de su padre, controla el poder ejecutivo y legislativo de Qatar.
En Qatar no existen los partidos políticos. Solo pueden votar los qataríes cuyos abuelos habían nacido en el emirato.
La Shura puede proponer leyes, aprobar el presupuesto y hasta revocar el mandato de los ministros. Sin embargo, el emir tiene el poder de veto sobre todas sus decisiones, lo que le garantiza una gran cuota de poder.
El estado cuenta con una frágil división de poderes ya que el Emir, Sheikh Tamim bin Hamad Al-Thani, tiene el poder de aprobar todas las leyes, elige a una tercera parte del consejo de ministros (e influye en la elección de todos los demás) y nombra los cargos más altos de funcionarios del Gobierno, quienes normalmente son familiares o amigos cercanos.
El Emir es Jefe del Estado y comandante de las Fuerzas Armadas. Cuenta con el Consejo de la Familia Gobernante y el Consejo Superior de la Magistratura, con funciones judiciales. Tiene gran injerencia en ambos consejos, además de nombrar al primer ministro y al resto del gabinete.
La riqueza qatarí no se reparte por igual en su población. La desigualdad es profunda y las condiciones laborales han sido ampliamente criticadas por diversas violaciones a los derechos humanos, como ocurrió con la construcción de algunos de los estadios para el Mundial 2022.
Tampoco existen los sindicatos. Es más: hasta 2020, los trabajadores no podían cambiar de empleo por voluntad propia. El sistema conocido como kafala (o patrocinio) fomenta los abusos de los empresarios. Es un sistema contractual que, según diversas ONGs internacionales, se parece más bien a una regulación de la esclavitud.
El sistema que rige el empleo de los trabajadores migrantes otorga a los empleadores un control excesivo sobre ellos, incluido el poder de negarles el derecho a abandonar el país o cambiar de trabajo.
Una monarquía con muchas deudas en materia de derechos
Las mujeres no son iguales a las hombres. Tienen menos derechos y deben permanecer bajo tutela masculina, lo cual las obliga a pedir permiso, por ejemplo, para casarse, viajar al extranjero en ciertas situaciones o conseguir trabajo en el Estado, en especial, si tienen menos de 25 años.
La discriminación femenina es uno de los aspectos más cuestionados en ese país. Según Human Rights Watch, la ley en Qatar discrimina a las mujeres en el matrimonio, el divorcio, la custodia de los hijos y la herencia. La ley establece que las mujeres solo pueden casarse si un tutor masculino aprueba el matrimonio y su participación en cargos públicos es casi nula.
Aún la violencia doméstica o el acceso carnal violento dentro del matrimonio no son penalizados y la comunidad LGTBI enfrenta graves violaciones a sus derechos que rayan los límites de la dignidad. Las relaciones homosexuales están penadas por el Código Penal, que impone penas de hasta siete años de prisión.
Por cuestiones religiosas, está mal visto mostrar hombros y rodillas, tanto en el caso de las mujeres (no pueden usar faldas cortas, vestidos, remeras o pantalones ajustados) como de los hombres (no pueden usar bermudas ni remeras sin mangas). El uso de trajes de baño, como el bikini, está limitado a algunas playas y a las piscinas de los hoteles de lujo.
En público hay que evitar las muestras de afecto, como besos y abrazos. Tampoco se puede tomar alcohol, restringido para algunos hoteles de lujo (¿Se puede tomar alcohol en Qatar 2022?.)
Estos datos confirman que la riqueza no ha sido motor de la modernización del estado en cuanto a derechos y libertades civiles se refiere y que, en todo caso, sus políticas tienen muchas cuentas pendientes que saldar.
Si Qatar toma al Mundial de Fútbol 2022 como un pilar fundamental en su consolidación como líder internacional y, en particular, como líder árabe, quizá se abra un espacio para poner la lupa sobre cada una de estas deudas y impulsar la igualdad que ese hermoso país le debe a quienes ha subordinado en materia de derechos.
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