Demasiada confianza, falta de concentración, arrogancia, malas decisiones, mala suerte, poca reacción. Los motivos o las excusas pueden componer una lista interminable de razones. Lo cierto es que en el comienzo del Mundial 2022 se dio un resultado que nadie imaginaba. Derrota: Argentina cayó en el debut ante Arabia Saudita.
La Selección argentina ganaba 1 a 0 con un gol de penal de Messi. Pero en un comienzo de pesadilla en el segundo tiempo, Al-Shehri y Al-Dawsari marcaron para dar vuelta el encuentro. El equipo de Scaloni se complicó en el comienzo del Mundial, de eso no hay duda.
Hay razones por las cuales este partido terminó con este marcador de 2 a 1 favorable a los árabes. Argentina no encontró jamás el juego que lo caracterizó durante 3 años. Y se dejó llevar primero por la ansiedad de hacer el tercer gol antes del segundo y luego por la desesperación de dar vuelta el resultado en apenas 35 minutos.
La esperanza que nos queda a los argentinos es la de confiar en que este partido haya sido parte del aprendizaje que la selección necesita para encontrar su camino a tiempo, volver a su esencia de humildad y trabajo duro adentro de la cancha.
De nada sirve pensar que hubiera ocurrido si Lautaro estaba 2 centímetros más atrás y ese gol que le anularon por un offside casi ridículo hubiera terminado en gol válido. Ahora es momento de reordenarse, de poner la cabeza en frío, volver a confiar en un sistema que dio muchísimos buenos resultados.
Es tiempo para entender que un mal resultado (aunque sea hasta ahora el del partido más importante del ciclo de Scaloni) no sirve para desconocer lo hecho por este equipo en un largo período donde se mantuvo invicto y jugando un futbol vistoso y efectivo.
El partido inesperado: Argentina cayó con Arabia
Fue un partido bravo que avisó en los primeros 45 minutos. Es que Argentina, acostumbrado a tener el control de la pelota y del encuentro, estuvo impreciso ante un seleccionado batallador, bien trabajado en defensa, que le marcó una última línea bien adelantada.
Hay que replantear como se juega ante ese sistema. Hay que trabajar y volver con más seguridad ante México.
Le faltó tranquilidad al seleccionado de Scaloni en la primera etapa. Se lo notó sin los maravillosos toques de siempre, incómodo, muchas veces ansioso y muchas otras tardando una décima de segundo más en el pase.
Pero el segundo tiempo fue una pesadilla para Argentina. En 10 minutos fatales en el comienzo de la segunda etapa, el equipo argentino tuvo dos malas pasadas. En la primera, quedó dos contra dos en defensa, Al-Shehri se le escapó a Cuti Romero y definió cruzado, pegado al palo. Imposible para Dibu Martínez.
Inmediatamente después del empate, el equipo de Hervé Renard olió sangre y salió con todo a buscar el triunfo. Con más presión en ataque y obligando a Argentina a jugar para atrás o lanzar pases largos, el conjunto árabe golpeó de nuevo. Armó una gran jugada por derecha, un despeje de Otamendi le quedó a Alabid, que remató de zurda y despejó Romero, pero el rebote lo bajó Al-Dawsari, nadie lo quiso bajar y el extremo logró algo impensado: sacó un remate espectacular entre tres hombres argentinos y la colgó del ángulo para el 2 a 1.
Con el resultado en contra, el equipo de Scaloni se sintió perdido. Atacó, tuvo algunas oportunidades, intentó entrar al área árabe de las más diversas maneras, pero no pudo quebrar la resistencia de Al-Owais. Con poco de Messi, un Di María que no resolvió rápido como siempre, un clima enrarecido y un tremendo desconcierto general, Argentina se va de su debut con las manos vacías.
Lo que viene para Argentina en el Mundial
Ahora, la selección argentina, que llegó como uno de los principales favoritos de este certamen con una serie de 36 partidos invictos en las eliminatorias y los partidos disputados en los tres últimos años, quedó en el último lugar del grupo.
Viene México, viene Polonia. Hay antecedentes de equipos que perdieron el primer partido y salieron campeones. La misma Argentina cayó ante Camerún en 1990 en su debut y luego llegó a la final. No todo está perdido en este torneo. Pero sin lugar a dudas hay mucho para conversar, trabajar y mejorar.
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