Paolo Guerrero es, sin dudas, el gran referente del fútbol peruano del Siglo XXI. Su gran rendimiento en el fútbol alemán lo convirtieron en un emblema del país sudamericano. No conforme con eso logró convertirse en el máximo goleador histórico de su Selección.
El presente de Paolo Guerrero
Hoy, el presente del atacante es muy distinto. Es que hace 215 días que no juega al fútbol profesionalmente por una rotura de ligamentos cruzados, que luego se transformó en una recuperación fallida por una fibrosis que no lo dejaba entrenar con normalidad.
En la actualidad se encuentra en Phoenix, Estados Unidos, entrenando en soledad con el claro objetivo de llegar al repechaje del 13 de junio en el que Perú buscará un lugar en la próxima Copa del Mundo de Qatar 2022.
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Sobre esto Guerrero aseguró: “¿Si llego al 13 de junio? Yo por mi Selección mato. Yo por Perú juego hasta cojo. Estoy a disposición. Eso va a depender de mí, de cómo esté. Tengo que ser sincero conmigo: lo que más quiero es estar 100% y poder disfrutar de jugar sin problemas”.
En diálogo con el sitio oficial de la FIFA explicó que “la vida se trata de eso. Mi papá me enseñó que si te caes 10 veces, te levantas 11. Todo ser humano pasa por momentos malos, pero ya va a venir. Este sacrificio es muy grande y todo sacrificio trae su recompensa”.
La rutina de Paolo Guerrero es siempre igual: se despierta temprano. Rodrigo Araya, su fisioterapeuta personal desde diciembre y único compañero en Estados Unidos, le prepara el desayuno.
A las 10 de la mañana llega a Exos, el sitio que eligió para esta etapa de recuperación, la última: un centro de entrenamiento en el que, según Paolo, “está todo lo necesario para trabajar tranquilo”.
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El trabajo matutino dura, aproximadamente, dos horas y media. Allí realiza trabajos de fuerza, flexibilidad y progresivos de carga. Después, el almuerzo y el merecido descanso.
A la tarde continúa con terapia manual y ejercicios de zona media. Y, como si todo esto fuese poco, a la noche sale al campo a correr: acelera, frena y se exige.
“Tengo fuerza para pasar por este proceso porque el fútbol es mi pasión. Es mi vida. Si yo no juego al fútbol me siento muerto. Me siento… incapacitado. No sé. No sé cómo explicar lo que significa. Es mi vida y es imposible dejarlo. Pasé por muchos problemas, sobre todo por esta bendita lesión”, dice con voz entrecortada Paolo Guerrero.
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Antes de terminar se ilusiona y sonríe: “Cuando hago goles soy el tipo más feliz del mundo. Mis papás son felices cuando me ven haciendo goles. Es una satisfacción para ellos. Estar a mi nivel me divierte, me hace feliz. Pero por ahora no: ahora me estoy recuperando para volver fuerte, lo mejor posible. Para volver a jugar a mi nivel”.
“No sé con qué me recompensará la vida. La vida te da sorpresas. Me sacrifico porque el fútbol es mi vida y yo lo que quiero es volver a jugar al fútbol", sentenció Paolo Guerrero.
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